Es la primera vez que un diario nacional recoge la noticia de la creación de redes de colaboración inmobiliaria como estrategias de negocio entre las pequeñas agencias inmobiliarias. Casualidad que aparezca justo ahora que se está formando tanto bullicio entre los inmobiliarios sobre las MLS, asociaciones locales, etc.
Todas las miradas están puesta en los inmobiliarios porque sabemos que detrás o delante hay ingentes intereses económicos por parte de proveedores de tecnología, portales inmobiliarios, empresas de formación y afines.
Sin menospreciar el contenido de la noticia, a mi entender se ha olvidado, obviado, omitido algo importantísimo en una dinámica de colaboración, y es que la cooperación profesional debe de ser local y enteramente local, porque precisamente «el intercambio de clientes y producto» sólo se produce entre las agencias inmobiliarias próximas a la tuya.
Se ha demostrado hasta la saciedad que un MLS a nivel nacional NO ES OPERATIVO y me entristece ver tantos comentarios en redes sociales. En Cantabria tenemos un buen ejemplo. Hoy mismo me llamaba un socio de AFILIA que también lo es de otra agrupación y me comentaba que tiene un ratio de venta de operaciones compartidas con AFILIA del 39% en su agencia, a través del otro MLS nacional no ha recibido un sólo contacto.
Todo esto de colaborar a mi me recuerda mucho a los pisos de estudiantes o «room mates», en el extranjero. En general, como en las MLs hay dos vías para colaborar y compartir: Formar un grupo y establecer unas normas de convivencia, o incorporarte a un grupo que ya existe y funciona. La primera opción es sin duda la más arriesgada, requiere de disponer de más tiempo e infraestructura económica, así como de más responsabilidad, capacidad de liderazgo, etc. La segunda opción es la preferida de los estudiantes y de los agentes inmobiliarios, siempre y cuando sepan escoger aquello que esté dando resultados.
Para saber si funciona basta con preguntar, en el caso del piso de estudiantes qué nivel de rotación hay y en el caso de un MLS, qué operaciones compartidas realiza el grupo. Si supera el 30% de operaciones compartidas el éxito está asegurado y es de tontos querer formar otro, aunque esté bajo el paraguas de un nombre anglosajón, que suena tan bien o mejor que «Room Mate».